La vida no es sólo cuestión de ganar. En la vida, muchas veces se pierde. Es algo que nos sucede a todos una y otra vez; Y es ahí donde interviene la virtud de la perseverancia. Fallamos y fallamos hasta que, al fin, lo conseguimos. Siempre nos encontraremos con momentos desalentadores en los que querremos abandonar nuestra empresa. Pero la perseverancia es una voz en nuestro interior que dice: «Si no lo consigues a la primera, vuelve a intentarlo una y otra vez».. Escuchar esa voz es importante cuando estamos madurando.
La perseverancia es tal vez una de las virtudes más subestimadas. Eso es porque cuando vemos a personas que «lo han conseguido», ya sean deportistas famosos, actrices u hombres de negocios, tendemos a explicarnos sus éxitos por su gran talento, por lo listos que son o por la suerte que han tenido. No pensamos en todos los comienzos fracasados, los rechazos humillantes, las horas de soledad que han sufrido antes de lograr finalmente su éxito.
Recordamos a Thomas Edison como el brillante inventor de la bombilla eléctrica, el fonógrafo y muchos otros avances de los tiempos modernos. Nunca pensamos en todas las ideas que tuvo y no salieron bien. Aunque, claro, tampoco Edison pensaba en ello. Una vez, cuando un amigo lo estaba consolando tras muchos intentos fracasados de construir un acumulador de energía (pila o batería), Edison dijo: «No he fracasado; Sólo he descubierto un millar de formas que no funcionan».
Él sabía lo que sabe la mayoría de las personas que ha triunfado: el talento y la habilidad, incluso la suerte, pueden llevarte muy lejos, pero la perseverancia te llevará todavía más allá; Aquellos que aprenden a no desistir, suelen llegar muy lejos en la vida.
Desde luego, perseverar no es garantía de conseguir el premio que persigues. Puede que participes en todas las pruebas y aun así no ganes la final del campeonato. Puede que hagas todos los deberes del colegio y aun así no saques un sobresaliente en el examen. Pero serás una persona mejor y más fuerte. Estarás mucho mejor preparado para perseguir el siguiente premio, la siguiente meta.
Aunque al final consigas alcanzar tu objetivo, no habrás dejado atrás la etapa de los intentos. Vivir bien no es una meta sino un viaje. Es un viaje de esfuerzo, de búsqueda, de aprender de los errores y los fracasos, y de intentar ser mejor después de cada uno de ellos. De modo que te estableces un nuevo objetivo, más alto y la perseverancia empieza de nuevo.
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